Son seis años cuando publiqué un post que denominé Un 11 de Septiembre para recordar a la vieja ubicándola en el contexto de la historia.
Era treinta de marzo de 2006, a un mes de su partida que nos reunimos para recordarla y para ese especial encuentro escribí un pequeño texto en su homenaje que denominé: Una sonrisa, y que comparto aquí más adelante como excusa para deshacer el abandono al que por más de cinco años he sometido a este blog.
Para acompañar el texto les dejo este hermosos vals que le compuso mi hermano Wayne Monges y que vale la pena escucharlo mientras vas leyendo.
El texto:
Esta tarde estamos aquí reunidos para recordar a mi madre; la memoria de mi madre, quiero compartir con ustedes un poco mis sentimientos y el privilegio que tuve de vivir con ella muchos momentos que ya no serán.
Entre el alba y el ocaso fueron solo 62 días, fueron solo 62 días la distancia entre el estar o el no estar, fueron solo 62 intensos días la distancia entre el primer respiro de una vida y el ultimo suspiro de otra. Nacer y morir, dos certezas tan opuestas y tan iguales a la vez, que 62 días son insuficientes. Dos extremos que se tocan como una serpiente que se enrosca; como una rosca. A veces provoca llanto tanta alegría o risa tanta tristeza; y así también fue ella, extrema, compleja, paradójica…
¿Cómo comprender?, ¿Cómo aceptar? Si nacer o morir sólo requieren de una sola cosa, sólo requieren de un solo instante, un solo instante ambos, ambos los víví y como decía Joan Manuel Serrat
«de vez en cuando la vida nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un palo sentados sobre una calabaza”
Desconcierto, sí creo que esa es la palabra, desconcierto, impotencia, injusticia quizás, fortuna, no sé; ella se ha ido, y eso es una tragedia, la llegada de mi sobrino, una bendición.
Era la mañana del jueves 9 de marzo cuando salíamos de Abel, habían pasado sólo siete días y tu cara ahora convertida en frío concreto, mi hermana escarbaba por entre las rendijas buscando un imposible, mi hermano tristemente erguido, yo sólo quise huir de esa verdad que me aplastaba, fue cuando por primera vez te di la espalda. ¡Sí! te di la espalda y de pronto me tropecé con la vida, estaba ahí solito sobre la grama, ignorante de tanta rabia, apartado de tanta lágrima, inocente ciertamente; y de espaldas a ti lo cargué entre mis brazos, era mi sobrino entonces de 70 días que me dió la lección más grande y más sabia de mi vida, un regalo maravilloso, un regalo hermoso; me dió en ese momento con su carita llena de sol, su primera sonrisa. No sé si esa sonrisa era para mí o si era para ti o si eras tú quien me la enviaba, no lo sé y no importa, es la magia de la vida la que me encontré y ahí comprendí que entre nacer y morir en verdad sólo nos queda una cosa: vivir, y qué mejor opción.
Gracias sobrino por esa sonrisa, gracias sobrino por recordarme que la vida es pa’lante como decía mi viejo. Gracias sobrino por recordarme que esa última semana, cuando ya mi madre no tenía aliento ni fuerzas para continuar, cuando nos pedía que la dejáramos descansar, varias veces le dije, “ está bien descansa pero primero me regalas una sonrisa” y esas sonrisas preciosas y valiosas que me regaló las quiero compartir, son demasiado hermosas para mí sola.
Y entonces decía José Angel Buesa en su Poema de la despedida :” .
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Primero de Marzo, triste mañana lluviosa en el cementerio, quién podría imaginar que ese día te irías; me regalaste tu última sonrisa, sabías que yo estaba ahí, te quedaste dormida….
Primero de Adar, alegrías, Rosh Jodesh, dijeron. El inicio del mes, la luna nueva, un nuevo ciclo, igualmente la serpiente que se muerde la cola, te vas cuando algo empieza, y continúa el poeta:”
Te digo adiós, y acaso con esta despedida
mi más hermoso sueño muere dentro de mí…
Pero te digo adiós para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
Y mañana 31 de Marzo, hubiera sido tu aniversario, ¿casualidad? no sé. Serían 52 años extraños, y con la misma extrañeza iremos al cementerio y estarán los dos ahí para siempre, el viejo con su eterno pa’lante y a ti, te diremos adiós con una triste sonrisa, como aquellas que con tanto amor me regalaste, y que yo en tu nombre quiero pedirles a todos los que nos acompañan, que cuando la recuerden se acuerden también de sonreír, por ella y para ella.
Que la sonrisa sea su recuerdo…
vilma
30 de Marzo de 2006
Y para cerrar te regalo la interpretación por Serrat de De vez en cuando la vida.
Hasta pronto…
Shalom